viernes, 11 de noviembre de 2011

Capítulo 3. Un paseo por el mercado de los 60. (I) La frutería y el ultramarinos.


En el capítulo anterior os hable de un puesto al que tenían devoción los niños preinformáticos, vamos a acompañarles en un paseo por esos mercados de los 60.

Han pasado 50 años y las costumbres y el entorno han cambiado hasta ser dos mundos que tienen muy poco que ver, uno es el presente y el otro es la historia, de la que algunos fuimos anónimos protagonistas.

Entonces no existían los grandes centros comerciales con sus hipermercados abarrotados de personas a partir del viernes por la tarde para hacer la compra de la semana o de la quincena, depende del tamaño de la nevera y de la despensa.

Antes, las amas de casa después de desayunar mientras ordenaban la casa que habían alborotado sus numerosos hijos antes de irse al colegio, decidían que iban a hacer de comida y de cena y se iban al mercado casi todos los días en busca de alimentos frescos del día, había en los barrios de las ciudades unos pequeños mercados que recibían el nombre de galerías de alimentación, vamos a entrar a una de ellas.

Lo primero que se nota es la ausencia de stress en esos años en la estética de los puestos, primero paramos en la frutería, da pena comprar la fruta con lo bien colocadita que está formando pirámides de naranjas, de manzanas, de melocotones,…te entra la tentación de coger una pieza de fruta de la base y que salgan todas rodando, seguro que habría algún travieso que sucumbía a la tentación.

Si miras para arriba ves colgadas piñas y piñas de racimos de plátanos de nuestras Canarias, para poder cumplir el mensaje que nos daban en televisión “Todos los días un plátano, por lo menos”. Es curioso, cuando fui a Canarias me lleve la sorpresa de que las piñas en el árbol están colocadas, como es natural, al revés de cómo las había visto toda mi infancia en la frutería porque son el producto de la flor del platanero.

Si miras al costado de la frutería mes decenas de cucuruchos de papel de periódico unos dentro de otros formado una pirámide también, las bolsas de plástico no existen y los propios chicos del barrio le llevan al frutero los paquetes de papel de periódico quien lo pesa y le da un par de pesetas al niño que se lo ha traído.

También tienen algunos cucuruchos de papel de estraza, parecido a cartón muy fino, para frutas con categoría como las fresas y los higos y las que crea el frutero que se lo merezcan.

El frutero lleva un delantal azul con bolsillos donde echa las monedas y la libreta donde hace las cuentas, el lápiz no está en ese bolsillo, esta en su sitio natural, encima de la oreja, que ahí no se pierde.

Algunos fruteros tienen balanzas con dos platos, en uno colocan la fruta y en el otro las pesas y cuando se nivela, pues ya esta, otros compañeros utilizan todavía la balanza romana, que cogen con una mano colgando por el centro y en un lado está el plato, y en el otro los carriles por donde corren las pesas.

Dejamos la frutería y pasamos por el puesto de las patatas, que también tiene ajos y cebollas, y nos vamos al ultramarinos, el puesto mas divertido del mercado, su nombre le viene de que antiguamente vendían las especias traídas de las Indias, pero ahora es un cajón de sastre que tiene de casi todo, es el embrión del futuro hipermercado, delante tienes sacos de tela con judías pintas y blancas, lentejas y garbanzos , aquí se vende todo a granel, el mostrador es de mármol blanco, de exquisita limpieza y las latas colocadas a los lados haciendo castillo dejan en el centro una ventana para que nos comuniquemos con el ultramarino, colgados están los bacalaos salados y las ristras de guindillas, y en un lateral el gracioso tambor de madera con las sardinas arengues colocadas en circulo como radios del tambor.

Si le pides fideos coge una pala como la que usan ahora en las tiendas de chuches y caramelos , y la mete en el cajón de los fideos y te lo vuelca en un bolsa de papel o cartón finito, y lo mismo si quieres arroz, azúcar, harina, sal o sémola, los fideos hay que aclararle si los quieres gordos o de cabellín, aunque como te conoce sobra la aclaración porque sabe los que llevas siempre , también tiene galletas María, y rellenas de chocolate y vainilla o de coco, te gustaría que tu madre se llevase toda la caja , no el paquetito de papel para la merienda, también tiene latas grandes de atún en escabeche, de pimientos morrones, y la masa preparada, todo para hacer empanadillas, y barreños con varias clases de aceitunas, lo dicho este puesto se podía haber llamado minihipermercado, si entonces hubiésemos sabido lo que significaría la palabra hipermercado.



Capítulo 4. Un paseo por el mercado de los 60. (II) El resto del mercado.




Seguimos el paseo por la galería de alimentación, paramos en la pescadería, todos los niños rodean la caja de cangrejos vivos que tienen una malla para no escaparse, con un agujero en el centro para meter la mano el pescadero.

Mientras los niños miran los cangrejos, el pescadero enseña las branquias rojas de la pescadilla a la madre para que vea que está fresca, y cuando la ha pesado y recibe el visto bueno de la señora la coge con una mano y con la otra la limpia de aletas y branquias y otras vísceras mientras grita ”La tengo fresca, hoy ,oiga”, todo un ritual, después la trocea en rodajas y la pone en un papel de estraza algo mas satinado que el del frutero y lo reenvuelve después en el socorrido papel de periódico.

Cruzamos al puesto de enfrente, el carnicero que igual que el pescadero llevan un delantal como el frutero pero estos a finas rayas horizontales verdes y negras.

Depende a la hora que vayas te puedes encontrar media ternera encima del mostrador descansando de su cansado último viaje, el carnicero tiene un tronco enorme donde clava los cuchillos, después corta la carne en el tronco cuya superficie esta más y más sucia cada día por más que la limpia con pulcritud, parece un verdugo de la Inglaterra de Enrique VIII.

Al lado tenemos la pollería, de la que cuelgan multitud de pollos ya sin plumas y conejos todavía con su pelaje, y en un lateral, unas urnas con huevos de varios tamaños y colores, que te colocan en una huevera de plástico que tu traes o en una de cartón que luego te recogen cuando juntas muchas a cambio de algunas pesetas.

Los pollos te los venden enteros y te lo despiezan como lo pidas, porque todavía no venden pechugas por kilos, ni muslos ni contramuslos.

Al fondo esta la casquería, poco frecuentada pero con clientes fieles, que aprecian todo tipo de vísceras, callos, hígados, sesos, corazones, criadillas,..., incluso sangre.

Mucho más frecuentada esta la tienda de embutidos o charcutería en donde cuelgan jamones y chorizos, y debajo en un mostrador escalonado protegido si acaso con vidrio, pero a la temperatura ambiente, descansan salchichones, mortadelas, quesos y jamones de York, aquí como la compra se hacía cada día era muy usual pedir mitad de cuarto, cuarto o cuarto y mitad que corresponden a 1/8, 1/4 y 3/8 de kilo respectivamente,

Había que pasar por la panadería a comprar dos o tres pistolas, ahora cursimente llamadas baguettes, y por la lechería a comprar la botella de leche Collantes , la que hace a los chicos gigantes, o sino la bolsa de Clesa o la botella de Ram, que a la Pascual en tetrabrik le quedaban muchos años para aparecer.

Y para terminar si no se me olvida nada de la lista de la compra pasamos por la droguería –cacharrería donde además de los juguetes, estropajos, barreños, escobas, colonias, las estrellas eran dos animales el jabón Lagarto, que valía para todo, y el papel higiénico El elefante de extraordinaria áspera suavidad que nos curtía como hombres y como mujeres, los papeles higiénicos de hoy hacen a las personas blandengues, el que no ha conocido el elefante no sabe lo que es la palabra rudo.

Y fuera teníamos la ferretería con estanterías con miles de cajas donde estaban clasificados por sus tamaños todo tipo de clavos, tornillos, tuercas y alcayatas, y también las herramientas para hacer las chapuzas en la casa, que luego nos enteraríamos que era el bricolaje.

Si era temprano todavía podíamos comprar churros o porras en la churrería y si era más tarde una bolsa de crujientes patatas fritas.

Buen provecho.

Capítulo 5. El rollo de papel del elefante.

En el capítulo anterior, pasamos por la droguería del mercado, feudo de entre otros del rollo de papel del elefante, vamos a recordarlo.

Estamos en la era del Scottex, que se vende en paquetes de 12, de 24, de 36, de 48, … Si seguimos así todos tendremos que comprarnos un coche ranchera para poder comprar luego el paquete de rollos de papel higiénico, como los americanos tienen casi todos coches ranchera, por eso deben haber hecho las multinacionales del papel higiénico esos tamaños de paquetes.

En mi infancia de niño preinformático esto era diferente, el papel higiénico se compraba de uno en uno y muchas veces a la voz de una madre que decía: “Niño, baja a la droguería a por un rollo, que s'acabao y viene tu padre a la noche”.

Y el niño bajaba a la droguería, lugar donde el droguero además de vender los rollos de papel del elefante, vendía colonias, detergentes, jabones, lejías y barreños estropajos y escobas.



De donde vendrá la etimología de la palabra droguería , quizás porque los detergentes y las lejías son tóxicas, como una droga, el caso es que las droguerías y los drogueros fueron desapareciendo con el papel del elefante y con el devenir del final del siglo a la vez que fueron apareciendo sus paisano etimológicos los drogadictos o drogatas, para el argot, que esperemos, si se extingan lo antes posible en este siglo por el que ya nos adentramos.

Y si, ya estamos en la segunda década del siglo XXI y todo lo que paso en la segunda mitad del XX pertenece ya a la historia, pero para los que la vivimos es bonito recordarla porque es nuestra y para los que no la vivisteis os puede sorprender lo diferente que era el mundo.

Alguien diría, parece que hablas del siglo pasado, y es que es eso de lo que hablo, del siglo pasado.

Volviendo al protagonista de nuestro relato, había otro competidor suyo que recuerdo, debía ser una segunda marca propia o un plagio de la competencia, era el rollo de papel del rinoceronte, es una pena que no hayan perdurado tan bonitos nombres con el tiempo como sin embargo si lo hizo el otro rey de los cuartos de baño el señor Roca .

Y como era el rollo de papel del elefante, pues era un papel de color madera de extraordinaria áspera suavidad que nos curtía como hombres y como mujeres, los papeles higiénicos de hoy hacen a las personas blandengues, el que no ha conocido el elefante no sabe lo que es la palabra rudo.

E incluso a veces no había el áspero-suave papel del elefante, el papel higiénico es un standard de calidad de vida irrenunciable en la sociedad occidental del siglo XXI pero en las primeras décadas de la segunda mitad del siglo XX tenía un competidor ocasional más económico y tampoco muy diferente en calidad en cuanto a la base, este era el papel de periódico, suena tercermundista pero los libros de la época no calificaban España de tercer mundo por los pelos, pero hacia pocas décadas que el país había salido de la más absoluta miseria en que le dejo la guerra civil, y entonces se inventaron para España y algún otro el termino de país en vías de desarrollo.

Otro sustitutivo del papel del elefante eran las guías telefónicas caducadas, en Madrid eran cinco y enormes, dos de calles, dos de apellidos, y las páginas amarillas, las cinco editadas en un finísimo papel biblia, todo un lujo comparado con la aspereza del papel del elefante.

También hay que recordar otra función mas noble del papel de periódico que no era otra que servir de envoltorio de los bocadillos de aquella hambrienta España, todavía quedaban muchos años para que apareciese el papel de aluminio y Perico Delgado ganando el Tour con el equipo Reynolds que era la marca comercial más famosa en sus comienzos del papel de aluminio y este nuevo producto necesitaba publicidad para desbancar al económico papel de periódico.


En aquella época eramos mediocres en todos los deportes, quizás entre otras razones por la mala alimentación de la posguerra que hizo mermar unos cm la altura de la generaciones anteriores al yogur, otro personaje que aparecía tímidamente en aquellos años queriéndose hacer un hueco en nuestras neveras que también estaban empezando a aparecer en las casas, nuestras madres, las que ahora tienen entre 80 y 85 años fueron las primeras que tuvieron nevera, lavadora y fregona, mis abuelas que nacieron hace dos siglos por los pelos, mis queridas y recordadas Aurora en 1898 y Alberta en 1899, no tuvieron nevera hasta que fueron muy, muy mayores, finales de los 60, hasta entonces también lavaban a mano restregando la ropa contra la tabla ondulada de madera igual que las lavanderas en el río del portal de Belén, y también fregaron el suelo arrodilladas toda su vida por que el palo de la fregona que ahora vemos muy normal es un invento muy, muy moderno.

Y el frío que pasamos todos en aquellos años, las casas tenían entonces y mis padres la compraron nueva a extremar en el año 61, dos años antes de que yo naciese, pues digo que tenían una cocina de carbón de fundición empotrada en la pared dentro de un mueble hornacina, que en pocos anos fue sustituida por unas cocinas a gas que se colocaban encima de una mesa hasta que empezaron a incorporarse a un mueble con horno e incluso un armarito para la bombona de butano.

A veces me parece mentira la diferencia entre el mundo que conocí en mi infancia y este en el que vivimos de Internet y los teléfonos móviles, y relativamente soy joven a mis 47 años ¿Que me quedara por ver?

Capítulo 6. Los serenos, los botijeros, los afiladores y otros.


Los niños preinformáticos, esa subespecie humana de la que os vengo hablando convivió con algunos oficios urbanos de los cuales vio su extinción.

Yo, como niño preinformático que fui, os voy a narrar como viví la desaparición de algunos de estos oficios.

El primero, era el sereno, encargado de custodiar las calles por las noches, llevaba un pito, una porra y un manojo de llaves, el pito le servía para comunicarse con otros serenos en caso de necesitar apoyo, y para llamar la atención a los inusuales viandantes nocturnos, la porra era su elemento de defensa contra los escasos malhechores que podían aparecer y el manojo de llaves le servía para abrir y cerrar los portales de su zona. En las madrugadas se podía oír el grito de ¡Serenooooooooo! Para que este acudiese a abrir el portal al despistado vecino que no se había llevado la llave, hay que tener en cuenta que los serenos no convivieron con los porteros automáticos, ellos desaparecieron cuando aparecieron estos últimos, después de estar por las calles de las ciudades españolas desde principios del siglo XVIII.

Cuando los serenos se retiraban a dormir, al amanecer se oía por las calles el sonido de una trompetilla con la que un basurero anunciaba a las mujeres el inminente paso del camión de la basura, al oír ese sonido las mujeres sabían que tenían unos minutos para bajar al portal con su cubo de basura, allí se reunían todas las vecinas, solamente este insignificante acto social hacia que se conociesen todas, y esperando la llegada de los basureros con el camión de la basura intercambiaban sus últimos chismes y cotilleos, que daba personalidad a la comunidad en donde nadie era anónimo.


Las mujeres entregaban de forma ordenada su cubo de basura al eficiente basurero que lo volcaba en las fauces del camión y se lo devolvía vacío a cada ama de casa para que esta al llegar a su casa lo lavase y después de secado lo protegiese forrándole por dentro con unas hojas de papel de periódico, hay que tener en cuenta que no existían las bolsas de basura y cuando aparecieron era un lujo difícil de entender, ¡Comprar bolsas para tirarlas, llenas de basura! Era un concepto difícil de entender en un país en vías de desarrollo.

En esa época quedaban años para que apareciesen en las calles los ahora familiares contenedores de basura y sus complementarios iglus verdes para vidrio, los amarillos para plásticos y los azules para cartones y papel.

Otro sonido que no se producía a diario , pero si con cierta frecuencia eral el silbido armónico del afilador, también era una señal acústica inequívoca para que amas de casa y sobre todo carniceros y pescaderos acudieran con sus mellados cuchillos para que el afilador con su rueda y su piedra les diese de nuevo su capacidad de cortar.

Recuerdo que era un sonido muy agradable el del silbato del afilador, salvo si era sábado y te despertaba con su insistencia de tus últimos sueños de la noche, también recuerdo que a los supersticiosos no les gustaba oírle los viernes porque decían que daba mala suerte para el domingo.

Otro oficio nómada que llegue conocer fue el botijero, acudía a las calles de las ciudades con su burro cargado con una enorme bala de paja dentro de una red, y entre la paja escondidos sus tesoros cerámicos de los cuales el rey era el botijo, el botijo blanco que previa limpieza con agua con anís para quitar el sabor a barro, servía para mantener fresca el agua en alguna sombra de cualquier rincón de la geografía española.

Hay que tener en cuenta que no había maquinas dispensadoras de latas de refrescos o de botellas de agua, porque tampoco existían las latas de refrescos ni las botellas de agua mineral.


Yo la primera botella de agua mineral que vi, fue de Solares, por supuesto de vidrio, y la vendían en las farmacias, también hay que pensar que entonces no existían los supermercados ni mucho menos los grandes centros comerciales con los hipermercados.

Había que tener también “oficio” para beber en botijo y no terminar con el cuello y el pecho mojados, pero una destreza que se adquiría similar a la necesaria para beber en la bota de cuero o en el porrón de vidrio el vino que vendían los bodegueros, tenderos que lo único que tenían en sus tiendas era las tinajas en las que almacenaban el vino que se compraba a granel en aquella época.

Otro oficio que desapareció también era el de los cobradores de autobús, iban montados en la parte trasera de los autobuses, la puerta trasera daba acceso a un vestíbulo inicio de un pasillo cuya entrada era custodiada por el cobrador que además se convertía en juez cuando los padres le preguntaban ¿El niño paga, tiene 5 años? Y el cobrador del autobús emitía su juicio tras mirar al niño y juzgar si tenia un tamaño digno de pagar billete.

La frase típica del cobrador de autobús era "Pasen adelante que hay sitio", con la que regulaba el tráfico interior del autobús mientras su compañero, el conductor estaba pendiente del tráfico exterior.

Cuando empezaron a desaparecer y tuvimos que entrar por la parte delantera de los autobuses y pagar al conductor, los mas mayores decían que así habría muchos accidentes por el conductor se iba a despistar, pero como todo la evolución adapto la nueva situación apareciendo bonobuses y demás artilugios que simplificaron la vida del nuevo conductor cobrador.

También existían cobradores a domicilio, que te visitaban con todo tipo de recibos que ahora tenemos domiciliados en cuentas bancarias, luz, agua teléfono, seguros…..todos éramos preinformáticos y los empleados de banca también, estaban todavía con manguitos y apuntes manuales y los cobradores a domicilio eran imprescindibles hasta que los atracos que empezaron a sufrir y la era informática termino con ellos. Por supuesto en esa época no se podía pagar con tarjeta porque no existían todavía.

En el otro medio de transporte que existía entonces en muy pocas ciudades, el metro, existía otro oficio que también desapareció, el responsable de abrir las puertas cundo llegaba el convoy del metro a cada estación, y después cuando entraban los viajeros miraban que no quedase nadie a medio entrar y después de hacer sonar un silbato cerraban las puertas

Y termino el repaso de estos oficios desaparecidos , con el vendedor de tebeos , pipas , chicles y regaliz, que pocas mas chuches existían entonces y que era también quien nos suministraba a los niños preinformativos los sobres de cromos y los de diminutos soldaditos, normalmente eran mayores y bastante antipáticos estos vendedores o por lo menos los que a mi me tocaron.

Parece increíble pero todo esto ocurrió hace poco más de 40 años.

Capítulo 7. Los tebeos, La lectura de los niños preinformáticos.

Toda una generación aprendimos leer y a reír con los tebeos de la editorial Bruguera ya desparecida, todos colocados con una pinza de la ropa en una cuerda  en el kiosco de periódicos o en el puesto de cromos y pipas , ordenadamente colocados para que sus coloridas portadas llamasen nuestra atención, había mas tebeos que los que alcanzaba a cubrir nuestra pequeña paga semanal, como no traían noticias frescas como la prensa de los mayores la otra opción era comprarlos atrasados mucho mas baratos, casi regalados comparativamente  a vendedores que se ponían en las puerta del metro como precursores de Top manta o que se ponían a la entrada de las piscinas en verano y por unas pesetas conseguías unos cuantos tebeos, por ejemplo cuatro tebeos por un duro , aquellas plateadas cinco pesetas, lo que te costaba el tebeo de la semana.

He dicho el tebeo, pero era cada tebeo porque había muchos, voy a intentar recordarlos, estaba el pulgarcito de portada de color amarillo, el DDT con la portada de color verde, el Din Dan de color naranja creo, el Tío Vivo con la portada de color azul y con 13 Rue del Percebe de Ibáñez en la contraportada, un bloque de vecinos donde en una página había muchos gags, merece la pena recordarlos, en la planta baja estaba el tendero, siempre sisando o vendiendo mercancía dudosa, en la alcantarilla , debajo de la tapa había un “okupa”, en el portal siempre pasaba algo, en la planta primera  el doctor y sus monstruos, entre ellos un Frankenstein, al lado la pensión con la casera, en la segunda planta la viejecita protectora de animales y el sastre, en la tercera el caco y su mujer y la madre y los niños traviesos y en la buhardilla el moroso y el ratón que hace la vida imposible al gato. Una pagina genial.

En todos estos tebeos habitaban una legión de personajes que tenían una , dos o cuatro paginas, recordemos algunos, Anacleto agente secreto que recordaba al agente 077, protagonista de una serie televisiva de la época, las hermanas Gilda, Leovigilda y Hermenegilda , una con moño y gorda y la otra delgada y más sofisticada, Carpanta que suspiraba por un bocadillo o por un pollo asado, y que dejo para la cultura popular la frase “Tienes más hambre que Carpanta”, el paleto y tozudo Agamenón, Pepe Gotera y Otilio y sus chapuzas a domicilio , Pepe Gotera era el contratista y Otilio el inútil operario, El botones Sacarino que todas sus ocurrencias terminaba sufriéndolas el Presi y pareciendo culpable el Dire , los tres personajes del banco, o el inigualable miope Rompetechos que leía todos los carteles con su subjetiva miopia no acertando nunca, los gemelos Zipi y Zape uno rubio y otro moreno con su padre Don Pantunflo Zapatilla, y los reyes Mortadelo y Filemón , agentes de la TIA donde estaba su jefe , el Súper de superintendente y el profesor Bacterio , el sabio encargado de diseñar los prototipos de la TIA.

Estos dos últimas parejas se independizaron en sus tebeos propios con sus nombres y así en la última época el Mortadelo y el Zipi y Zape eclipsaron a Pulgarcito, DDT, Din Dan y Tío Vivo y por supuesto a otros tres mas antiguos y que no eran de la editorial Bruguera, estos eran el Jaimito, el Pumby y el TBO con la familia Ulises como estrella y los inventos del profesor Franz de Copenague, pero en declive frente a la frescura de Zipi y Zape y Mortadelo.


También había un tebeo solo para chicas que se llamaba Lili y alguna vez caía en nuestras manos masculinas y lo leíamos con gran curiosidad.
Se completaban los tebeos con secciones de cartas de los lectores, viñetas de chistes sueltos y publicidad infantil, y las paginas de los cómics de aventuras como el Corsario de Hierro.

Había otros dos héroes similares al Corsario de Hierro que tenían sus propios álbumes , eran el Jabato y el Capitán Trueno, junto con los álbunes traducidos de Tarzán , Superman y Batman.

Imitándolos apareció la colección OLE! con álbumes monográficos de los principales personajes de Bruguera , que tuvieron su antecesor en los tebeos que se publicaban mensuales y que les ponían el Super delante del nombre, como Supermortadelo o Superpulgarcito.

Toda una industria que nos enseño a leer, reír  y soñar , lo que se han perdido nuestros hijos.




Capítulo 8. El teorema de la Roja.


Voy a contaros en este capítulo la mayor alegría deportiva de la vida de los que fuimos niños preinformáticos.

 
Se ha escrito mucho sobre el triunfo de la Roja, yo voy a aportar mi granito de arena, enunciando el que podría conocerse como el teorema de la Roja que dice que la alegría del español al ganar el mundial de futbol de Sudáfrica es directamente proporcional a la edad del español, es decir, a mayor edad mayor alegría, y se demuestra porque cuanto más mayor es el español mas fracasos de la selección acumulaba en la retina.

En mi caso mi primer recuerdo con 11 años fue como no fueron capaces de clasificarse para el mundial de Alemania del 74 en un grupo que solo estaba Yugoslavia y Grecia, con Kubala de seleccionador, entonces había menos países porque la URSS y Yugoslavia no se habían atomizado, y las fases de clasificación para los mundiales eran de grupos de 3 o 4 equipos.

Luego lo siguiente fue el no gol de Cardeñosa que fallo a puerta vacía contra Brasil y nos apeo del mundial de Argentina, el fracaso de aquel mundial se personalizo en el injustamente, era el cerebro del equipo, el Xavi de la época, os imagináis lo que le hubiese llovido a Iniesta si llega a tirar el balón a las nubes en vez de acertar.

Realmente en el mundial se fracaso en el primer partido perdiendo con Austria de Hansi Krankel que luego ficharía el Barcelona.
Después vino el ridículo del mundial de España, quedamos segundos de un grupo facilísimo y nos cruzamos con Alemania que luego seria finalista, hasta entonces ningún organizador de un mundial lo había hecho peor.

A continuación fue el disgusto de la Eurocopa de Francia, después de vencer increíblemente a Alemania con gol de Maceda, se le escapa al pobre Arconada, ídolo de todos los niños de la época, el balón cuando lo tenia agarrado encima de la línea, después de parar un tiro de falta de Platini en la final contra la propia Francia.

Unos meses antes se había producido una isla en el océano de mala suerte de la selección , fue el increíble 12-1 a Malta en la fase de clasificación, Había que ganar el partido por una diferencia de 11 goles, si no, por diferencia de goles se clasificaba Holanda en el grupo, y la cosa empezó mal metiendo el primer gol Malta, pero el seleccionador era Miguel Muñoz, y se había traído la suerte del Real Madrid de las copas de Europa, a la selección española, aunque no le basto para ganar ningún titulo.

A continuación el mundial de México 86, que partidazo contra la Dinamarca de los hermanos Laudrup, había impresionado esa selección en aquel mundial, pero llego Butragueño y tuvo la tarde de su vida metiendo 4 de los 5 goles, pero luego nos esperaba la mala suerte con Bélgica y la tanda de penaltis y el fallo de Eloy.
Y el del 90, y el del 94, y el 98, y el 2002, y el 2006, de esa época lo que recuerdo sobre todo era el antifútbol de Javier Clemente y la desesperación de ver los fallos de Julio Salinas en el área contraria, y las cantadas de Zubizarreta.

Por eso cuando llego la alegría de la Eurocopa del 2008, nos hizo soñar que quizá podríamos aspirar a ser campeones del mundo y cuando se cumplió el sueño el domingo 11 de julio no os extrañe a los mas jóvenes que a los que pasamos de los 40 se nos saltasen las lagrimas, llevábamos el corazón lleno de desilusiones acumuladas.

A veces le digo a mi hija que lo primero que ha visto hacer a la selección es ganar una Eurocopa y un Mundial y que yo he tenido que esperar 40 años para ver lo mismo, pero creo que en los próximos años voy a ver algunos triunfos mas porque la estrella que van a llevar encima del escudo nos dará suerte porque no querrá estar sola y querrá tener una compañera.

Si algún dato fuese erróneo pido disculpas porque salen de las frustraciones acumuladas en mi memoria y a veces después de tantos años puede fallar.

Capítulo 9. La relación con el “bicho”.



Dentro de la vida de los niños preinformáticos esta un hecho singular , su primer contacto con el “bicho”.

Antes de ese fatal día, los niños preinformáticos habíamos tenido un antecedente al entrar en contacto con las hermanas pequeñas del “bicho”, las pequeñas calculadoras, primero las aritméticas con las cuatro reglas y poco más, luego las científicas con teclas misteriosas por más que te leyeses las instrucciones, y al final en los años universitarios las programables.

Estas “bichitas” eran fundamentalmente de tres familias, la más popular era CASIO, y más refinadas eran HP y Texas inc., normalmente llegaban a nuestras manos a través de un familiar que te las había traído de Canarias, Céuta o Melilla.

Las Casio tenían nombres como fx-108 , fx-120 y similares, hasta que aparecieron sus hermanas las calculadoras de pantalla de litio y pila de botón, era una temeridad ir a un examen sin pilas de repuesto, te podías quedar colgado en medio del examen.

Cuando ya nos habíamos acostumbrado a ellas y hasta las dominabanos, llego el “bicho”, su hermano mayor, el ordenador o PC.

Mi primer contacto con él fue el año antes de empezar en la Universidad, en el último curso del instituto, que en mi época se llamaba COU. El profesor de física adquirió un primer PC para el instituto, y dedico un mes a enseñarnos el lenguaje de programación BASIC que era el idioma que entendía el “bicho”.

Aunque no eramos muchos en la clase, solo lo toco el empollón de la clase, yo que me sentaba en la última fila, solo llegue a ver que tenía teclas como una maquina de escribir y pantalla como la televisión del salón de casa, también oí que tenía algo que se llamaba CPU que con el tiempo me enteraría de que era el cerebro del “bicho”.

En esa época llegue a aprender a programar en BASIC la resolución de la ecuación de segundo grado. Me quedo una idea que perdularia muchos años, que todo contacto de un humano con un ordenador sería siempre a través de la programación, en ese momento ni se atisbaba el concepto de usuario informático ni la futura existencia de Internet, era el año 1981.

Terminó el curso, entre en la Universidad, en la Escuela de Ingenieros de Caminos de Madrid y después de los primeros años llegue a dos asignaturas que coqueteaban tímidamente con el “bicho”, una lo hacía enseñándonos el lenguaje de programación FORTRAN y la otra el lenguaje PASCAL.

Pero, solo era una declaración de intenciones, porque la Escuela no tenía “bichos” donde poder practicar.

Ya en el año 1987, me compre a la vez mi calculadora programable CASIO y mi primer “bichito”,
un Pc Amstrad de monitor de fósforo verde, los dos entendían solo el BASIC como forma de comunicación con ellos. La calculadora me fue muy útil en mis últimos años de carrera, utilizando programas hechos por mi o por compañeros.

El PC Amstrad, pariente de los Spectrum que no tenían monitor solo me sirvió para utilizaren ellos aquellos primitivos juegos que se cargaban con cinta de casette.

Por aquella época veía a mis hermanos pequeños hacer pinitos con el sistema operativo MSDOS, a mí después de tantos contactos malogrados con el “bicho”, el MSDOS me daba fobia, y se produjo en mi un alejamiento de todo lo que oliese a “bicho” en esos años en los que acababa mi carrera universitaria.

Termine en la universidad, me tuve que incorporar al mundo laboral y tenía el complejo de ser un total inútil informático, perdido para la causa, eran los años en los que el windows estaba sustituyendo al msdos

Entonces tuve la suerte de encontrar una colección de libros, Informática para torpes, ilustrados por el genial Forges,el primero me lo regalo mi hermana pequeña que sin embargo, ya era toda una adulta informática, y con ellos pude terminar yo mi personal evolución de niño preinformático a adulto informático.


Capítulo 10. La evolución de los soportes audiovisuales.


El otro día escuche una entrevista en la que un popular personaje decía que el futuro le había  defraudado, que no era como 2001, una odisea en el espacio del genial Stanley Kubrick , pero creo que en algunos aspectos la realidad ha superado las expectativas que podíamos tener hace 50 años.

Yo, a veces, le digo a mi hija que hay una diferencia fundamental entre su generación y la mía, yo vi llegar el televisor a mi casa cuando  era niño a ocupar un espacio físico que antes no estaba organizado entorno de él y ella sin embargo desde  sus primeros recuerdos esta de forma colateral y sin ningún protagonismo singular la ventana de colores de la pantalla de televisión.

Así no es de extrañar que ella haya  desarrollado destrezas que para mí son sorprendentes  y no soy muy torpe con los nuevos aparatos que se van incorporando a nuestras vidas, pero ella es capaz de utilizar los mandos de cualquiera de estos aparatos sin haberse leído nunca las instrucciones y sacarles más provecho que el que le saco yo después de intentar su concienzuda lectura.

Hace 50 años en los colegios mejor dotados existían magnetófonos con rollos de cintas que a veces se atascaban produciéndose un atasco del que salían con inexplicables nudos que las hacían inservibles, y cuando funcionaban , la velocidad de reproducción no era a veces la adecuada produciendo voces extremadamente agudas o graves que producían como consecuencia y reacción las carcajadas en los alumnos, y las veces que funcionaban era desesperante acertar con el punto de la grabación que en concreto se quería oír.

Simultáneamente había otro soporte de audio muy popular que eran los discos de vinilo, yo me compre en el año 75 mi plato giradiscos Bettor que todavía conservo y de vez en cuando le hago funcionar, fue muy gracioso cuando lo desembale después de haberlo tenido guardado por alguna mudanza, y al verlo mi hija como lo instalaba me pregunto que donde estaba la trompeta, ya que ella había visto a sus parientes lejanos los gramófonos en alguna película de dibujos animados.

Este sistema era fijo no se podía transportar, aunque existieron unas bandoleras portátiles que llamaron comediscos  que solo podían reproducir los vinilos singles que tenían solamente 2 ó excepcionalmente 4 canciones y giraban a 45 r.p.m., sus hermanos mayores eran los vinilos LP que se reproducían a 33 r.p.m y tenían 10  ó 12 canciones normalmente.

Para transportar música y sobre todo para los automóviles estaban las cintas de casette que tenían el mismo contenido de canciones que sus primos los LP’s.

En esos años debía ser el 79 cuando estaba haciendo segundo de bachillerato y nos encargaba un profesor leer la prensa y las revistas de la época,  recuerdo leer  en la revista Cambio16  que era un referente, una noticia que me pareció ciencia ficción , estaban investigando para desarrollar en el futuro unos reproductores de música que leerían los discos musicales mediante la luz de un rayo laser, me estaban anunciando la gestación de los CD’s, yo no le di mucho crédito a la noticia, mis preocupaciones eran en ese momento que la aguja de mi giradiscos leyese bien los surcos del vinilo y no saltase a otro surco en medio de una canción, pero con los años me lleve la sorpresa de que la noticia era cierta.

Otros avances audiovisuales se hacían coincidir con el fenómeno de masas más importante que había en la época en el país, el futbol,  así  las televisiones en color inundaron las casas para ver el mundial de fútbol de Argentina 78, en el que recuerdo un partido en el que oí hablar de un tal Maradona que estaba empezando a despuntar en la liga argentina  y decían que podía llegar a ser una figura del futbol.

Después, con el mundial  de España 82 se llenaron las casas de reproductores  grabadores de video VHS que ganaron a otros sistemas como el Beta.

La vida de estos reproductores de video no fue muy larga pero si intensa, hubo unos años que los video clubs para alquiler de películas proliferaron por las calles de las ciudades como las setas en el mes de noviembre.

Pero duro poco por que rápidamente llegaron los reproductores de CD’s  también para video y no solo para audio.

Y en cuanto a la imagen estática, la fotografía, la revolución ha sido total con las cámaras digitales, quedando para la historia los rollos de película, los negativos y las accidentales aperturas de las maquinas fotográficas que producían que se velase la película y nos quedásemos  sin el recuerdo de las fotos.

Los ordenadores, por suerte no piensan ni hablan como Hall, el protagonista cibernético de 2001, pero no pensáis que en algunos aspectos  la realidad ha superado a la ficción.

Os dejo que me suena el móvil,…..ese es otro tema.

Capítulo 11. El cine en blanco y negro y el cine mudo.

La sociedad actual donde priman los efectos audiovisuales  y el color ha abandonado y ha dado de lado, hace mucho tiempo y de manera masiva a este cine en sus dos facetas el blanco y negro y el más antiguo aun, cine mudo.

Es un cine que no resulta comercial para las emisoras de TV que luchan por la audiencia, con lo que las nuevas generaciones no conocen ni a los hermanos Marx, ni a Chaplin, ni a Buster Keaton, ni a Harold  Lloyds , ni a los clásicos del cine de la primera mitad  del siglo XX.

Y ya el crimen más terrible que se cometió contra este cine es cuando a algún águila del marketing le dio por colorear las imágenes de las películas en blanco y negro , modificando  el trabajo original de los cineastas y todo su intrínseco valor fotográfico que llevaba implícito el blanco y negro.

Pero este cine hay que reivindicarlo, debería ser materia de estudio en las escuelas al igual que lo es la pintura, la literatura y la música.

Yo intente acercar este cine a mi hija cuando tenía 9 años, la dije que iba a ver unas películas muy divertidas, había comprado un pack con seis películas de los hermanos Marx.

Su primera reacción fue decir “Pero si no tienen color” pero enseguida sucumbió al humor de los tres hermanos y devoro las seis películas con una admiración que yo no recordaba que se hubiese producido en mi cuando tenía su edad.

Admiraba hasta los números musicales en los que Harpo toca virtuosamente el arpa  y los otros , en los que Chico toca irreverentemente  el piano.

El día que me sorprendió , fue uno en el que iba agachada andando en un centro comercial y la pregunte “Que haces” y me contesto orgullosa “Andando como Groucho”.

El siguiente paso fue enseñarle una película  de Charles Chaplin, le puse “La quimera del oro” y la primera reacción fue decir “Si no hablan”, pero yo la dije que tuviese paciencia que igual que le habían gustado los hermanos Marx le gustaría Chaplin y así fue, algunas escenas la sorprendieron tanto que las veía una y otra vez, un baile que hace Chaplin en la mesa con una barritas de pan simulando que con zapatitos y la escena en la que se come con gran apetito una bota, chupando los clavos como el que chupa un hueso de pollo.

Después vio otra película que la encanto , Con faldas y a lo loco, donde el recientemente fallecido Tony Curtis, junto con  Jack Lemmon hacen una de las interpretaciones cómicas más divertidas de la historia del cine , con la compañía de la bella Marilyn Monroe que también aporta su talento cómico a esta película.

Todo este cine es un tesoro de la cultura universal y hay que reivindicar su conocimiento generalizado , no puede ser que solo los que conocimos la televisión en blanco y negro conozcamos su existencia , es como si en literatura solo leyésemos a los contemporáneos y nos olvidásemos de los clásicos .

Capítulo 12. Los coches de las familias preinformáticas.


A alguno os traera recuerdos, otros descubrireis una época del automóvil que no conocisteis.

Mi primer coche: el Renault Gordini.


Fue el primer coche de la familia, se compro en el año 1966 , yo lo conduje de 1982 a 1991, en el año 82 todavía se codeaba con los coches de la época y a alguno lo adelantaba con sus 105 Km./h de velocidad punta sin que el coche vibrara, a partir de esa velocidad parecía que se iba a desintegrar, pero en el año 91 cuando lo aparque por un golpe que me dieron , ya le adelantaban todos los coches de la época y empezaba a ser peligroso porque su velocidad estaba por debajo de la media, de todas formas el golpe me lo dieron parado en un semáforo embistiéndome por detrás.

Mi padre que le tenía mucho cariño lo arreglo y lleva 20 años el coche durmiendo en un garaje y saliendo de vez en cuando a tomar el sol y  una vez al año a pasar la ITV.

Lo llamaban el coche de las viudas porque tenía tracción trasera y en las curvas se le fue a mucha gente y no lo contó, era un coche muy potente de motor para su época y su carrocería, tenía el mismo motor que luego llevo el Renault 8.

En cualquier gasolinera o taller siempre te decían que si sabias que se llamaba el coche de las viudas, y que un primo o un tío suyo lo tuvo y le ponía dos sacos de cemento en el maletero delante o una plancha de acero, el caso es que mi padre, mi hermano y yo lo condujimos sin ningún peso extra y tuvimos precaución.

De mi Gordini tengo muchas anécdotas , marco la primera mitad de mi vida, primero de niño y luego como joven conductor.

Hay algunas muy curiosas, voy a relatar algunas,

Un día mi padre trajo un retrovisor para ponérselo en el lado del conductor, hasta ese día y calculo que sería alrededor del año 70 o 72, no había llevado nada más que el retrovisor interior, era lógico, no había prácticamente coches en España, así que no había a quien mirar por el retrovisor, y cuando venía uno lo veías venir de sobra por el retrovisor interior,

Otro día trajo unos cinturones y no eran para los pantalones, eran los cinturones de seguridad, totalmente inservibles en esos coches tan antiguos, que no tenían ni reposacabezas que te protegiesen las cervicales, solo falto que viniese otro día con un par de globos inflados y decir que los íbamos a llamar airbags.

Los viajes eran una odisea, Madrid-Benidorm unos 450 Km en 8 horas y media por carreteras nacionales de doble sentido adelantando a los pocos camiones que también había pero que incordiaban lo suyo, a  veces se  formaba una caravana  de diez o quince coches detrás de un camión durante más de diez minutos antes de que hubiese visibilidad para adelantar, era la España del 600 y  del gordini, y del 1500 y el 2 CV y el 850 y el simca 1000  y anterior a las autovías, va a resultar que lo que aparece en el programa Cuéntame , algunos lo podemos contar porque fue nuestra vida.

Pero en esos coches predemocráticos cabía de todo, hasta los abuelos, el perro, el gato o el canario con su jaula que ocupaba más, y las maletas con el equipaje para todos, pero tenían un elemento muy socorrido, la vaca que con unos pulpos elásticos y un plástico se  formaba un paquete como los que vemos ahora a los marroquíes y argelinos que cruzan todos los veranos a coger los Ferrys a Algeciras.


Yo recuerdo ya como conductor en  mi primer año como tal el 82, un viaje que hice con mi gordini a Barcelona, desde Madrid, ¡¡¡Tuve que hacer noche en Zaragoza!!!

Pero me dio buen servicio durante mis años universitarios aunque mis injustos compañeros se reían del coche cuando montaban porque a través de los orificios que dejaban en el suelo los pedales del freno y del embrague se veía la calle y me decían que si tendríamos que frenar con los pies como Pedro Picapiedra en su tronco móvil.

Lo que ellos no veían era como por las mañanas había que rascar por dentro la condensación del vapor de la respiración que se congelaba en le parabrisas, y es que la calefacción jamás funciono en ese coche y los recorridos matutinos en el Madrid de lo 80, no eran recorridos, eran estancias en interminables atascos, que entonces el parque móvil si había crecido pero las carreteras eran las mismas de los 60.

Hubo tres modelos, los más antiguos fueron el Dauphine y el Ondine , el Gordini fue el último modelo, aunque los tres eran identicos en carroceria, el gordini fue el de motor más potente y uno de los dos primeros, el Ondine o el Dauphine se fabricó inicialmente con una caja de cambios de solo tres velocidades, la directa era la tercera.

Yo, como soy muy alto no usaba el quitasol, como el techo era curvo, estirandome  no me daba el sol, por contra lo normal  era temer que ir encorvado para ver la carretera.

Mi padre cuando salia de viaje me explicaba todos los repuestos que llevaba en el maletero,  pero yo que era un negado para la mecánica, le decía que si tenía una avería iria a un taller , abriria el capo y le diría al mecánico que se sirviese, con confianza, y en concreto había una avería  eléctrica  frecuente que era que se juntasen los platinos, mi padre se empeñaba en enseñarme a repararlo,  recuerdo que me decía que había que separarlos el grosor de una tarjeta de visita, yo le contestaba, que si se juntaban los platinos, yo lo único que podía hacer  era abrir el capo y pedirles por favor que se separasen.

En fin, estos recuerdos son mi homenaje a mi primer coche, el que más ilusión me hizo.

Capítulo 13. El reencuentro con el scalextric.

Como muchos otros niños de mi generación tuve un pequeño scalextric, que mas que divertirme me frustraba porque aquellos coches de hace 40 años se salían constantemente de la pista y el trazado era tan corto que era ciertamente aburrido .
Pero ya en mi subconsciente se debió quedar las ganas por investigar las posibilidades de ese juguete.
Un pinito ya lo hice entonces, montando una variante del circuito, haciendo cómplice a mi hermano pequeño y dejando abierto el circuito por falta de piezas, recibiendo la regañina de mi padre por el riesgo que corrí de quemar el transformador enorme que llevaba entonces el juguete.
Más de 30 años después, unas Navidades se me ocurrió que los Reyes le trajesen a mi hija un scalextric, pero realmente era mi subconsciente, ese que se había quedado con las ganas de investigar las posibilidades del juguete el que estaba escribiendo la carta a los Reyes.
Y con mucha ilusión la compre un pequeño circuito que amplié con unos cambios de pista, una chicane, y unas curvas deslizantes en donde patinan los coches simulando hielo.
La noche de reyes se lo monte todo, junto con otros dos coches más, y después de la sorpresa y la ilusión de los primeros momentos, me di cuenta que había heredado el juguete para mí.
A partir de ese día empecé a investigar y descubrí que había muchas otras marcas además de scalextric, estaban Ninco, Carrera, Revert, Superslot, Sloter, Fly, etc, etc…solamente scalextric saca al mercado tres o cuatro coches nuevos cada mes, por lo que el escaparate de coches que hay en el mercado es casi infinito.
Por eso este hobby tiene el nombre más general de slot que es como se conoce en el resto del mundo.
Aquí en España tuvo una crisis cuando cerró a principio de los 90 la fábrica de EXIN que era el fabricante de scalextric, después de gestionar la patente otras dos empresas con muy poco acierto, la cogió TECNITOYS que ha vuelto a colocar el juguete en los primeros puestos del ranking de regalos navideños.
Además de la irresistible estética de los coches, que supone un verdadero suplicio cuando los ves en las tiendas, recordando nuestra infancia cuando pegamos la nariz a los escaparates de los juguetes, esta la posibilidad que te ofrece el juguete para diseñar circuitos, y que yo he explotado al máximo dado mi afición por la geometría y mi formación de ingeniero de caminos, el juguete es para mí como un laboratorio.
De esta forma he diseñado y montado espectaculares circuitos de hasta cuatro alturas y más de 30 m de longitud con infinidad de cruces a distinto nivel.
Os invito a verlos en mi blog http://miscircuitosdeslot.blogspot.com y aquí pongo algunos ejemplos que paso a comentar.
Este es el más díficil todavía en circuitos, uno de los más complejos que he diseñado.
Tiene cuatro niveles de altura. Más de 30 pasos a distinto nivel donde se cuzan las pstas.
Esta coronado por una rotonda a la que se entra y se sale por una pieza especial de cruce al mismo nivel.
Es muy importante peraltar adecuadamente todos los puntos del circuito para que la pista presione en todo momento la parte inferior de las ruedas de los coches.
Este es un curioso lazo o nudo de dos niveles hecho con pistas blancas que simulan nieve y tienen pintadas las rodadas de barro.
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En la parte superior de la foto anterior y en la siguiente podemos ver una espiral o hélice que puede ser colocada en una esquina del circuito, o en el centro entorno del cual se diseñe el mismo.



A continuación tenemos los detalles de una zona de rally hecha con curvas y contracurvas,


Ahora tenemos unas fotos de un circuito en el que la recta cental esta duplicada en dos alturas, simulando una zona en túnel.

Se puede observar la simetría respecto del centro.


Y por último para terminar con estos ejemplos, un circuito que nos puede recordar dos puertos unidos por un collado.

Capítulo 14. El look de los niños preinformáticos (I).La moda.


Estamos a finales de los 60, es un día de un semana cualquiera, son las 8 de la mañana y una adulta preinformática llama a su pequeño hijo, el niño preinformático, para que se levante, ¡ Hay que ir al cole!

Después de pasar por el baño, para aliviarse de toda la noche y asearse, empieza el ritual de vestirse su individual uniforme de niño preinformático, porque el va a un colegio nacional ( el nombre de los colegios públicos en esos años), su primo que va a uno privado tiene un uniforme colectivo.

En cualquier caso los dos uniformes son sensiblemente parecidos, empieza el ritual como si de un torero que va salir a laplaza se tratará, lo primero es enfundarse su camiseta de tiras, como si fuese un jugador de baloncesto o un currante en la obra en verano, después sus gallumbos blancos, más adelante su adulta preinfomática le comprara camisetas y calzoncillos en colores azul y amarillo pálido, a continuación la camisa, el jersey y el pantalón de tergal, y el primo que va al colegio privado, una ridícula corbatita con el nudo hecho y una goma elástica para colocársela como si fuese un babero.

Estamos todavía en invierno, pero por si hace buen día y puede salir al recreo, el niño preinformático mete en los bolsillos de su pantalón de tergal la peonza, las canicas o las chapas , los útiles de los que os hable en el primer capítulo de esta historia.

El niño preinformático se pone su anorak y sus botas catiuscas , coge su cartera y sale de casa camino del colegio. Si, sus botas catiuscas, el niño preinformático vive en Carabanchel, un barrio de Madrid, y a finales de los 60 hay muchas calles sin asfaltar y sin aceras, todavía son de tierra, la noche anterior ha llovido y el niño preinformático se tiene que meter en los primeros charcos de su vida, y estos son reales, no figurados como los que tendrá que atravesar cuando se haga adulto.

Ha llegado la primavera y el niño preinformático cambia su pantalón de tergal largo por la versión corta, que algún compañero de clase ha aguantado todo el invierno sufriendo el azote de los granos de arena en sus piernas los días de viento y la mofa de sus compañeros que le consideran infantil, estado al que vuelven ellos con este inicio de primavera.
 
Los bolsillos de estos pantalones cortos siguen siendo ocupados por la peonza, las canicas o las chapas, pero se han sustituido las catiuscas por las Tortolas , también conocidas como playeras o el pretencioso y burlón nombre de Adidas Tortola, y que son estas playeras, pues unas alpargatas venidas a más, tienen cordones, suela de goma con dos rayas rojas pintadas en el canto de la suela y dos agujeros con pequeñas arandelas metálicas para que respire el pie. Son en resumen las prehistóricas zapatillas de deporte, muy útiles si algún compañero se ha llevado un balón y se echa un partido en el patio.

Para echar el partido antes tienen que echar a pies los dos capitanes como si de un duelo del romanticismo se tratase, se ponen los dos capitanes, uno frente al otro y se van acercando en línea recta dando un paso por turnos cada uno, cuando queda un espacio menor de un pie entre los dos, al que le toca dice monta y cabe y haciendo una marca en el suelo con el pie termina el duelo y empieza a elegir el primer jugador para su equipo.

Volviendo a la moda, voy a repasar algunas prendas singulares que con los años iría vistiendo el resto de su infancia y adolescencia el niño preinformático.

 
 

El primero es la parca tipo Kung-Fu, de piel vuelta y forro interior de borrego imitando la lana de los idem, con enganches formados por inmensos botones en forma de dos troncos de cono de madera unidos por su base, esta prenda sustituiría al anorak, y junto con la mochila bandolera que sustituye a la cartera, le da al niño preinformático un aspecto similar a David Carradine, el popular pequeño saltamontes en la mencionada serie de televisión de aquellos años.

Otra sustitución que se produciría es la de los pantalones de tergal por los vaqueros o Jeans, de marcas muy diversas, la nacional y económica Lois, las más internacionales Lee y Wangler o la made in USA y clásica Levis Strauss.

 
Acompañando a los vaqueros estaban las cazadoras vaqueras sobre nikis de cuello vuelto, y en los pies las zapatillas de deporte Yumas Galaxia , blancas con tres rayas naranja fosforitas que se ven en la oscuridad o si es invierno las insufribles botas camperas.

Y para no pasar frío la coreana comprada en El Corte Inglés con la que parecías Admusen o Scott en la conquista del polo.

¡Como molábanos! Pero íbamos más uniformados que los chinos de la China de Mao Tse Tung.

Como en otras ocasiones de las faldas y los leotardos nos tendrían que hablar las niñas, ya que respecto a las faldas ni tengo nacionalidad escocesa ni creo que me la den nunca, y en cuanto a los leotardos solo los he usado una vez en mi vida, y me los presto mi suegra, para hacerme un disfraz de marciano.


Capítulo 15. El look de los niños preinformáticos. (II) El peinado.

 

Los niños preinformáticos nacían con flequillo, bueno no era realmente así pero igual que echaban a andar y les salían los dientes, su adulta preinformática se afanaba en domar algún rebelde y natural remolino hasta conseguir llevar el pelo igualado y pegado al cráneo igual que si le hubiese lamido una vaca.
 
Normalmente, en el devenir del día y coincidiendo con dos hechos totalmente diferentes y antagónicos, volvían a aparecer los remolinos, estos dos hechos eran los juegos en el patio del colegio, momento de máxima actividad que le producían incluso sudores al niño preinformático y como consecuencia final la aparición de remolinos.
 
El otro hecho totalmente opuesto y exento de toda actividad física, era soportar bien antes o bien después del recreo las aburridas clases del colegio y la charla de su profesor, para lo cual el niño preinformático tenía que sujetarse la cabeza con una mano apoyando el codo en la mesa o pupitre y echando el cuerpo hacia delante con una postura serpenteada que no hacia nada bien a su joven espalda, en esta postura los dedos de la mano penetraban entre el cabello, haciendo aflorar también los remolinos.

 
Por último otra situación en la que también aparecían los indomables remolinos, era la de total reposo en la noche en la cama, pero el reposo no debía ser total y fruto de la pelea con la almohada, también surgían los remolinos, estos si cabe los más indomables de todos.
 
Coincidiendo normalmente con la primera comunión, día en el que numerosos niños preinformáticos se vestían de ridículos marineritos y las niñas por cierto de bellísimas princesas, se producía un cambio importante en el look del niño, abandonando el flequillo para peinarse a raya, la adulta preinformática cogía por la barbilla la cabeza del niño y después de peinar su cabello con el familiar flequillo tomaba la punta del peine y hacia un surco en el cabello como si de un arado tirado por bueyes se tratase y echaba 2/3 del cabello para un lado y 1/3 para otro quedando una línea blanca de piel que confirmaba que el surco no se había hecho en una huerta de tierra. Este peinado todavía era más proclive a los remolinos que flequillo.

Otro posible look más modernito en aquellos años era llevar el pelo a lo beatle, como los músicos de Liverpool, con una corta melenita que parecía recortada después de haberse puesto un tazón en la cabeza el niño, un ejemplo de esto era el popular niño de los anuncios de la gaseosa la casera de entonces, con el que casualmente coincidí en un campamento de verano el año 71 en Tarragona, este niño además tenía la melena rubia, color totalmente singular.


Hablando de la longitud del cabello, esta podía ir desde la modernita melenita a un cabello abundante o lo que en mi caso se empeñaba mi padre en hacernos a mi hermano y a mi con la excusa de que el pelo creciese fuerte, nos lo cotaba tanto que cuando te pasabas la mano a contrapelo por la nuca, el pelo pinchaba, el sigue convencido de que gracias a eso mi hermano y yo que hemos cruzado los dos los 45 no somos calvos, pero viéndole a el que con 81 años mantiene todo el pelo, no cabe la menor duda que el tema es genético.
 
La consecuencia inmediata de estos cortes de pelo era peleas en el colegio cuando algún niño te llamaba pelón o te daba una colleja, en cuantas ocasiones termine en el suelo peleando con otro niño preinformático por esta razón.
 
El colmo de esta obsesión de mi padre por cortarnos el pelo se debió producir cuando yo tenía cuatro años y mi hermano dos, nos corto el pelo al cero en el verano para que estuviésemos fresquitos, siendo el hazmereir en todas las tiendas a las que acompañábamos a mi madre, menos mal que no había ido todavía al colegio porque hubiese tenido el combate del siglo.

 A mediados de los 70 coincidiendo con la crisis económica iniciada en el 73 por la subida del precio del petroleo, era frecuente como en todas las épocas de crisis ver a los adultos con el pelo más largo, el paradigma de esto era un futbolista del Atlético de Madrid,
 


el ratón Ayala, jugador argentino que tenía una femenina melena negra hasta la cintura que cimbreaba al hacer los regates al contrario y un machote bigote negro en el rostro, que hacía en aquella época que en algunos casos al ver una persona de espaldas no supieses si era hombre o mujer, ya que también la moda en la ropa era bastante unisex y no ayudaba a distinguir hombres de mujeres.
 

 
Volviendo al niño preinformático, al acercarse a la adolescencia se producía otro nuevo cambio en su peinado, este ya por decisión personal, era peinarse hacia atrás como un hombrecito imitando a Elvis Presley o posteriormente a John Travolta, y a la espera del nacimiento de la barba y el bigote para iniciar los esporádicos iniciales afeitados.
Lamentablemente de las coletas, trenzas y colas de caballo tampoco os puedo hablar , como siempre requeriría la colaboración de una niña preinformática para hablar de estos temas tan ligados al genero. Solo Asterix y Obelix nos podrían hablar de esta experiencia pero tampoco eran niños preinformáticos.