En el capítulo anterior os hable de un puesto al que tenían devoción los niños preinformáticos, vamos a acompañarles en un paseo por esos mercados de los 60.
Han pasado 50 años y las costumbres y el entorno han cambiado hasta ser dos mundos que tienen muy poco que ver, uno es el presente y el otro es la historia, de la que algunos fuimos anónimos protagonistas.
Entonces no existían los grandes centros comerciales con sus hipermercados abarrotados de personas a partir del viernes por la tarde para hacer la compra de la semana o de la quincena, depende del tamaño de la nevera y de la despensa.
Antes, las amas de casa después de desayunar mientras ordenaban la casa que habían alborotado sus numerosos hijos antes de irse al colegio, decidían que iban a hacer de comida y de cena y se iban al mercado casi todos los días en busca de alimentos frescos del día, había en los barrios de las ciudades unos pequeños mercados que recibían el nombre de galerías de alimentación, vamos a entrar a una de ellas.
Lo primero que se nota es la ausencia de stress en esos años en la estética de los puestos, primero paramos en la frutería, da pena comprar la fruta con lo bien colocadita que está formando pirámides de naranjas, de manzanas, de melocotones,…te entra la tentación de coger una pieza de fruta de la base y que salgan todas rodando, seguro que habría algún travieso que sucumbía a la tentación.
Si miras para arriba ves colgadas piñas y piñas de racimos de plátanos de nuestras Canarias, para poder cumplir el mensaje que nos daban en televisión “Todos los días un plátano, por lo menos”. Es curioso, cuando fui a Canarias me lleve la sorpresa de que las piñas en el árbol están colocadas, como es natural, al revés de cómo las había visto toda mi infancia en la frutería porque son el producto de la flor del platanero.
Si miras al costado de la frutería mes decenas de cucuruchos de papel de periódico unos dentro de otros formado una pirámide también, las bolsas de plástico no existen y los propios chicos del barrio le llevan al frutero los paquetes de papel de periódico quien lo pesa y le da un par de pesetas al niño que se lo ha traído.
También tienen algunos cucuruchos de papel de estraza, parecido a cartón muy fino, para frutas con categoría como las fresas y los higos y las que crea el frutero que se lo merezcan.
El frutero lleva un delantal azul con bolsillos donde echa las monedas y la libreta donde hace las cuentas, el lápiz no está en ese bolsillo, esta en su sitio natural, encima de la oreja, que ahí no se pierde.
Algunos fruteros tienen balanzas con dos platos, en uno colocan la fruta y en el otro las pesas y cuando se nivela, pues ya esta, otros compañeros utilizan todavía la balanza romana, que cogen con una mano colgando por el centro y en un lado está el plato, y en el otro los carriles por donde corren las pesas.
Dejamos la frutería y pasamos por el puesto de las patatas, que también tiene ajos y cebollas, y nos vamos al ultramarinos, el puesto mas divertido del mercado, su nombre le viene de que antiguamente vendían las especias traídas de las Indias, pero ahora es un cajón de sastre que tiene de casi todo, es el embrión del futuro hipermercado, delante tienes sacos de tela con judías pintas y blancas, lentejas y garbanzos , aquí se vende todo a granel, el mostrador es de mármol blanco, de exquisita limpieza y las latas colocadas a los lados haciendo castillo dejan en el centro una ventana para que nos comuniquemos con el ultramarino, colgados están los bacalaos salados y las ristras de guindillas, y en un lateral el gracioso tambor de madera con las sardinas arengues colocadas en circulo como radios del tambor.
Si le pides fideos coge una pala como la que usan ahora en las tiendas de chuches y caramelos , y la mete en el cajón de los fideos y te lo vuelca en un bolsa de papel o cartón finito, y lo mismo si quieres arroz, azúcar, harina, sal o sémola, los fideos hay que aclararle si los quieres gordos o de cabellín, aunque como te conoce sobra la aclaración porque sabe los que llevas siempre , también tiene galletas María, y rellenas de chocolate y vainilla o de coco, te gustaría que tu madre se llevase toda la caja , no el paquetito de papel para la merienda, también tiene latas grandes de atún en escabeche, de pimientos morrones, y la masa preparada, todo para hacer empanadillas, y barreños con varias clases de aceitunas, lo dicho este puesto se podía haber llamado minihipermercado, si entonces hubiésemos sabido lo que significaría la palabra hipermercado.